21 de enero del 2014
@gccristinita
Salió a la misma hora de siempre. Caminó por las mismas calles. Y acabó en la misma plaza. Era su paseo rutinario, el de todos los dÃas. Y como era habitual, se quedaba fascinada mirando al joven de la plaza. Estaba sentado en una de las esquinas, con su caballete y su lápiz de grafito. Asà sacaba algo de dinero, haciendo retratos a la gente, que se paraba para ver sus obras que estaban en el suelo y que, embelesados por la maestrÃa del joven se sentaban dispuestos a tener su propio retrato.
También querÃa uno. Pero le daba vergüenza hablar con él. Llevaba tantos dÃas observándole, que le tenÃa prácticamente idealizado. Sin embargo, hoy serÃa diferente. Hoy volverÃa a casa con su retrato y asà cada vez que lo mirase, se acordarÃa de él.
Aprovechó que no habÃa nadie y se acercó a él, quien cogió la botellita de agua que tenÃa al lado del taburete para darle un sorbo.
- Buenas tardes - dijo con timidez.
- Buenas tardes - respondió el chico con una sonrisa - ¿Un retrato?
- SÃ… ¿Cuánto cuesta? - respondió, sentándose frente a él.
- Son cinco euros, pero hasta que no vea el resultado, no me pague. Asà como si no le gusta y no me quiere dar nada.
Asintió y comenzó a dibujar. Le observaba en cada trazado y admiraba la delicadeza con que lo hacÃa. No querÃa interrumpirle y mantuvo silencio. Estaba deseando ver el resultado.
- Ya está - dijo al haber acabado - Espero que le guste.
- Pero… Debe ser una broma - el desconcierto imperaba en el ambiente.
- SabÃa que no te gustarÃa.
- ¡Si es que no me parezco en nada! ¿No lo ves? El resto de tus retratos son maravillosos. ¿Por qué el mÃo no?
El chico no respondió.
- No entiendo por qué me has puesto una venda en los ojos.
- Porque la tienes. No ves nada lo que pasa a tu alrededor. Prefieres estar ciega.
- ¿Y qué hago con un mazo en mi mano? - preguntó con incredulidad.
- Es uno de tus poderes: La Justicia.
- ¿Y quiénes son todas esas personas que me dan la espalda con maletas de viaje? - La confusión no le dejaba pensar con claridad.
- Son personas que se ven obligadas a abandonarte.
- ¿Y todas esas bolsas de dinero acumuladas?
- Eso mismo se pregunta mucha gente...
- Pero ¿por qué? Yo no soy asÃ. Mi gente no es asÃ...
- Sin embargo, es asà como te ven.
El joven le dio la lámina que contenÃa su dibujo, pero la rechazó. TenÃa suficiente con mirarse al espejo. Pagó los cinco euros y se marchó a casa.
El artista dudaba qué hacer con su obra. Nunca nadie habÃa estado descontento con su trabajo. Pero no habÃa hecho nada mal. Le habÃa pedido un retrato y eso es lo que hizo. De manera que separó los otros, dejando un hueco en el suelo y lo colocó, dejando ver la silueta del territorio español en una PenÃnsula Ibérica ciega, maniatada y abandonada. Una penÃnsula, que de ibérica, sólo tenÃa el jamón.