10 de octubre del 2013
Desde que se guarda memoria, los crÃmenes como el de Asunta Basterra Porto, la niña de Santiago, han desatado la ira popular.
Se trata de un sentimiento irracional colectivo que en muchas ocasiones ha determinado la condena de personas inocentes.
Recordemos el caso de RocÃo Wanninkhof, en el que Dolores Vázquez fue condenada, además de sufrir desde el momento de su detención un linchamiento público en la calle y en los medios de comunicación social.
Recordemos que el auténtico asesino fue descubierto cuando esa mujer inocente ya habÃa cumplido parte de la pena de prisión que le habÃa sido impuesta.
En todos los casos, aún en el más repulsivo, conviene tener prudencia y esperar a que procedan los Juzgados y Tribunales, con la esperanza fundada de que no cometan un error.
Otra cuestión conexa con los asuntos de este tipo es el hecho de que en ocasiones los imputados han sido abandonados por sus defensores.
A mà nunca me ha ocurrido, pero a lo largo de la Historia muchos abogados se han sentido acosados por un entorno hostil después de asumir la defensa en casos impopulares, en medio de una situación social convulsa.
© 2013. Ricardo GarcÃa MÃguez. Abogado.
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