Barreras invisibles

Barreras invisibles

20 de diciembre del 2013

@_Cristinita__

“Nacho Guzmán quiere ser su amigo” leía en la pantalla de su portátil, mientras escuchaba, una y otra vez, el aviso del chat, que hasta se superponía, llegando a resultar molesto. Sus amigas no la dejaban un segundo, pero eso le encantaba. “¿Nacho Guzmán? ¿Y quién es éste?” pensó, inclinándose hacia la pantalla para ver mejor su foto. Finalmente, hizo clic sobre su nombre para ver su página principal. “Es guapo…Lo aceptaré ¿qué más da? No se va a salir del ordenador”. Se lo contó a sus amigas, que no tardaron en secundar su decisión, pues, entre bromas, le decían que sería delito rechazarle.

Ya está. Solicitud aceptada. Solamente hizo falta un clic, un simple y mísero clic para que Nacho Guzmán entrase en el mundo de Blanca.

No pasó más de cinco minutos, cuando Nacho inició la conversación. “Hola :) “ le puso. La chica se extrañó al ver que le hablaba. Esa valentía que segundos antes tuvo, desapareció. Nunca antes le había pasado. En otras ocasiones, había añadido a gente que no conocía o que apenas habían hablado, pero nunca iba a más y simplemente, quedaban abultando ese número de amigos que todo el mundo quiere superar.

Seguía en línea, esperando una respuesta. Lo consultó con sus amigas y éstas, presas por el afán de conocer a ese tal Nacho, la animaban para que le respondiera. ¿Qué podía perder?

-Blanca
Hola
martes 17:33

- Nacho
Soy Nacho y también soy de Málaga. ¿Cuántos años tienes? Yo, quince.
martes 17:33
- Blanca
Mi nombre ya lo sabes… Yo tengo catorce.
martes 17:34

A medida que iba hablando con él, se iba tranquilizando. Parecía simpático y no se había sobrepasado como otros chicos, que como ella decía: “iban a lo que iban”. Continuó chateando, desatendiendo las conversaciones con sus amigas, que desesperadas querían saber de qué hablaban. Sin embargo, todo apuntaba a que tendrían que esperar al día siguiente para que, entre clase y clase, su amiga les contase todo acerca de Nacho Guzmán.

Siguieron manteniendo el contacto durante días e inlcuso semanas. Conocía el instituto al que iba, sus gustos, sus aficiones, comentaba sus fotos; aunque él apenas subía nuevas. Blanca se sentía cómoda charlando con él. Se había convertido en un amigo más. Le pidió el número de teléfono y ella, durante unos segundos, dudó, pero terminó dándoselo.

Recibía mensajes estando en clase, por la tarde e incluso por la noche, lo que provocaba el enfado de su madre, que le reprochaba que se pasase el día entero pegada al teléfono.

Sin embargo, un día le propuso verse. Blanca se quedó inmóvil frente al ordenador, sin saber qué responder. Sabía que algún día ocurriría. “Es normal, llevamos semanas chateando” pensó. Aún así, le resultaba embarazoso. Él le decía que hiciera lo que ella quisiera. No quería obligarla, pero le hacía ilusión conocerla, porque le encantaba hablar con ella. Se sonrojó delante de la pantalla.

- Nacho:
Podríamos vernos cuando salgas del instituto. En el parque que hay cerca…
Jueves 19:43

- Blanca:
Sí.. Aunque me da un poco de corte…
Jueves 19:44

- Nacho:
¡No te preocupes! A mí también, pero algún día tendremos que conocernos. Mañana, cuando terminemos las clases, nos vemos en el parque. Pero ven sola. Me da vergüenza conocer a tus amigas… Ah, y ponte esa faldita rosa, que estás muy guapa ;)
Jueves 19:44

- Blanca:
Vale, nos vemos mañana :)
Jueves 19:47

Esa noche apenas pudo conciliar el sueño. En su interior sabía que no debía ir sola y menos sin decírselo a nadie, pero se lo había prometido y no podía fallarle, a él no.

Blanca esperaba, andando en círculos, a que Nacho apareciera. Estaba nerviosa, muy nerviosa. Se atrevería a decir que estaba asustada. Le daba cinco minutos más, si no, se iría. Sin embargo, sintió una mano sobre su hombro y se dio la vuelta enseguida, esperando ver a ese chico de ojos azules. Pero, para su sorpresa, se encontró con un hombre hecho y derecho, de más de cuarenta años, según estimaba ella. Dio un paso atrás y lo miró con desconfianza.

- ¿Blanca? Soy el padre de Nacho. Me ha dicho que salía más tarde y que había quedado contigo - mientras hablaba, la miraba de arriba a abajo y esbozó una sonrisa al comprobar que se había puesto esa faldita rosa que tanto le gustaba - me ha dicho que te recoja y te lleve con él.

- No… No te preocupes. Ya nos veremos otro día - Blanca estaba completamente bloqueada. Todo era muy raro.

- Vamos, no acepta un no por respuesta. Mira, si quieres lo llamo para que te fíes de mí -dijo sacando del bolsillo su móvil.

- No, no hace falta... - aceptó Blanca entrando, indecisa, en el coche de aquel hombre totalmente desconocido.


La madre de Blanca estaba desesperada. Denunció la desaparición de su hija ante la policía y éstos comenzaron su búsqueda. Su madre no encontraba ningún motivo por el que su hija se hubiese marchado. Tenía catorce años ¡por el amor de Dios! La policía trataba de conocer todo lo referente a la vida de Blanca y fue una de sus amigas la que confesó que había conocido a un chico hace poco, un tal Nacho Guzmán, pero que solo hablaban por internet. La policía no tardó en enlazar los hechos.

Las horas les parecían eternas a los padres de Blanca. No podían creer lo que estaba ocurriendo. ¿Por qué a ellos? No querían ni pensar por lo que podría estar pasando su hija.

Al fin lograron rastrear la IP y tenían un domicilio. No había tiempo que perder. A pesar de las indicaciones de la policía, los padres de Blanca fueron tras ellos. No soportaban más la ausencia de su hija.
Irrumpieron en la vivienda por la fuerza y se desplegaron rápidamente por toda la casa hasta que dieron con Blanca, que estaba acurrucada en el suelo llorando sin consuelo y completamente desaliñada. No había ni rastro de aquel hombre.

Los padres de Blanca entraron corriendo y abrazaron a su hija. Ya estaban con ella, cuando creyeron, por un momento, que no la volverían a ver. Un sentimiento de culpabilidad les invadía al ver a su hija así, tan débil, con la ropa hecha jirones, temblando y con la mirada perdida... ¿Cómo no se habían dado cuenta de lo que ocurría?

Cuando se hubo calmado la situación, la madre entró en una de las habitaciones iluminadas tan solo por el ordenador que había sobre la mesa. Perpleja, entró en una de las carpetas que se llamaba como su hija. Se tapó la boca con la mano, sobrecogida, pues había más de cien fotos de Blanca. Fotos que ni ella misma había visto.

Cristina

Compartir en: